El arte como el hambre

Poster museo del agua

Diciembre 14, 2021

Por: Carlos M. Talavera | Curador de Bajo Tierra Museo

Quisiera comenzar con un pensamiento: el Arte es más antiguo que la Agricultura, de hecho, posiblemente es de las expresiones humanas más longevas.

Si me permiten invitarlos a recordar nuestro pasado más lejano, nosotros, como especie humana, llevamos comportándonos como nosotros por cerca de 160,000 años y entre esos comportamientos, encontramos las primeras marcas en piedras con pigmentos naturales, alrededor de 100,000 años, aunque si queremos expresiones o pinturas más en forma, tal vez queramos recordar las de Ubirr, Australia, de hace más de 40,000 años. Y haciendo agricultura, no llevamos más de 12,000 años, sí, esa base fundamental de la civilización humana, no es más vieja que andar rayando las piedras con figuritas.

Y bueno, ¿qué significa esto? Llanamente, que, para nuestra especie, nos es más importante expresarnos que asentarnos y tener un hogar permanente. Y no, no es tan simple como pudiera parecer. Porque nos es más natural estar yendo de lado a lado, moviéndonos con las estaciones, buscando comida a través de los climas, que quedarnos en silencio. Y así, expresarnos nos es tan natural, tan biológicamente necesario como el tener hambre. También puede ser una necesidad muy poderosa.

Siguiendo con este pensamiento, hay una gran cantidad de posibles explicaciones del porqué nos expresamos estéticamente, del porqué hacemos arte. Y a pesar de la que más nos parezca o más nos convenza, podemos entender que al final de cuenta nos conviene, es mejor para nosotros hacer arte que no hacerlo, de la misma forma que es mejor para nosotros comer cuando tenemos hambre que no hacerlo.

El Arte nos hace sentir bien, nos hace sentir cierto placer y bienestar, esa famosa catarsis: la liberación y porga de nuestras emociones, buenas y malas. Porque cuando nos sentimos mal, ponemos nuestra canción para chillar, porque tenemos una canción para chillar, gritamos la letra y nos sentimos mejor; o también ponemos nuestra película cómica basura favorita, nos reímos como dementes, nos enajenamos por un rato y, sí, nos sentimos mejor. Sí, esa canción, o esa película, hace lo mismo que ese chocolate, que ese helado: nos dan confort.

Pero también, siguiendo este pensamiento inicial de la especie humana, no explica realmente por qué hacer arte como un conjunto, porque claro, unos escuchan música, otros juegan futbol y otros salen de viaje. Claro, el arte brinda un beneficio al individuo, pero también tendría que buscar el beneficio de la especie. Y si han estado en un concierto o festival, ya han pasado por ello.

El arte nos conecta. En esa liberación de emociones, en esa aceleración de adrenalina y dopamina y endorfinas, nos hace más sociales. Porque si realmente nos hace sentir mejor chillar cantando a todo pulmón nuestra canción favorita, no se diga lo que puede hacer hacerlo con un grupo de otras personas, sean quienes sean.

Y, tristemente, esto se nos olvida como especie. Porque si nos ponemos a recordar, en todo lo que hemos vivido, esos grandes momentos de la Historia del Arte, no son momentos solitarios. Sí, tal vez tuvieron un autor, pero no tuvieron nada más una persona en el público. El arte nos conecta. Y compartir arte es tan valioso como compartir el pan. Es llenar ese vacío natural que está entre nosotros, ese vacío por la falta de belleza, por la falta de orden o por la falta de sentido.

Así, mientras pienso en el arte y la especie humana, recuerdo nuestros momentos de crisis y cómo es el arte quien primero aparece y le da alguna especie de claridad. Y volteo a mi alrededor y me doy cuenta del compromiso que tenemos. Y ahí es donde puedo entender todo.

Este año, realmente más caótico que el anterior, lo que hicimos en Bajo Tierra Museo no fue desde lo individual. Nos decidimos y esforzarnos por salir del espacio silencioso de lo virtual, a las calles que gritaban con nuestra hambre. Y «Ciudades que hablan» eran los sentimientos y pensamientos de una Caravana Itinerante que recorrió toda nuestra ciudad. «Relatos del Territorio» era una serie de gritos que retumbaban desde «Mujeres: Cuerpo-Territorio» y eran todas esas artistas al unísono cantando el «Colibrí», ¡qué bella esa canción! Y el «Árbol del Buen Vivir» fueron los pasos de tantas personas que iban de la mano del Festival: Agua que corre. Cada uno como un esfuerzo en conjunto, un esfuerzo de nuestra especie.

Y vuelve siempre a ese primer pensamiento: el Arte es más antiguo que la Agricultura. Es más necesario, es más poderoso, nos une más, nos permite conocernos mejor, nos permite cambiar al mundo y cambiar nuestra realidad. Y también nos calma el hambre, sobre todo cuando comemos juntos.

Visita el museo en: bajotierra.com.mx/recorrido

 Contacto: bajotierramu@gmail.com

 

Originalmente publicado en: asterianoticias