Si me preguntan

Poster museo del agua

✏Por: Claudia Romero

Que se nos acaba el agua. Que, al mismo tiempo, nos está inundando. Un tema de actualidad, que se mueve, de conflicto en conflicto, augurando una sentencia a corto plazo que combina vulnerabilidad, enfermedad y escasez. Mucho nos dicen, otro tanto vemos. ¿Qué sabemos realmente de esta crisis que se refleja en el agua, en forma de sobre explotación, acceso desigual y contaminación?  ¿Suficiente para cambiar algo? 

Muchas buenas voluntades están volteando a mirar la situación del agua en Querétaro con todas las ganas de “hacer algo”. Sin embargo, nuestra capacidad de acción en muchos casos parece agotarse en el discurso rancio, que nos acompaña desde los años 80, de que el problema se soluciona con “ahorrar”. En la inquietud nos conducen mucho más los entendimientos a medias que la comprensión de la realidad.

Si me preguntan, la crisis del agua tiene mucho menos que ver con “racionalizar su uso” que con entender amplia, integral y profundamente su naturaleza. Pongo sobre la mesa, a modo de ejemplo, estos cuatro puntos con los que trabajamos desde Bajo Tierra Museo. 

Primero, el agua NO es la sustancia líquida que sale de mi grifo. El agua es el hilo conductor del entramado que hace que la vida suceda, conectando desde el lagrimal de mi ojo hasta la nube que miro. 

Entender al agua como líquido de consumo que existe solo a través de un tubo enceguece la conciencia de que vestimos, comemos y respiramos agua. Parece mentira que, como escuché esta semana decir a alguien, al recetarnos «tomar agua» en una consulta médica nos tengan que explicar cómo funciona más del 60% de nuestro acuoso cuerpo. La misma ceguera impide mirar -en los riegos de la crisis- más allá de “quedarse sin agua”, las alteraciones de clima o del suelo que nos llevan directo a la insuficiencia alimentaria, emergencia climática y activación sísmica. En hacer visibles tales entramados se enfocan los seis capítulos de la primera temporada del podcast “Aguas adentro”, exhibido en la sala Ecos del territorio del museo. 

Segundo, el agua es una. Superficial, subterránea, negras, grises, domésticas, industriales, agrícolas, federal, estatal, y demás denominaciones que dividen en tantos trozos lo que naturalmente permanece unido, escurriendo en el mismo suelo y la misma cuenca; son parte del imaginario que nos impide ver a la ciudad como la naturaleza que es. Una naturaleza alterada, donde los ritmos urbanos aceleran el geológico reduciendo su capacidad de recarga de reservas de agua y aumentando la frecuencia de inundación. Tal recorrido es explorado en el mural Agua en la ciudad al interior de la sala Nuestros Saberes y la serie web Cortina de agua, recientemente estrenada, cuya producción dio origen al museo. 

Tercero, las infraestructuras del agua son pista clave para entender la relación alienada, utilitaria y depredadora detrás de nuestra cultura del agua. «Ya no hay río en la ciudad, bueno vámonos al de al lado», no importa que desequilibremos ecosistemas, despojemos a comunidades rurales o que más del 40% del flujo que traemos se pierda en fugas en su paso por la ciudad. Antes “buscar nuevas fuentes” que volver a captar lluvia o dejar de poner en inodoros con agua lo que naturalmente se descompone en la tierra. La selección tecnológica de lo cómodo, lo rápido y lo productivo en realidad tiene todo de político e ideológico. Esto se aborda en la exposición fotográfica “Artificios hidráulicos”, próxima a inaugurarse en la selección de narrativas visuales del museo. 

Por último, cerrarle a la llave no resuelve la crisis. Cuidar el agua ayuda, pero si nuestra acción se agota en ello es absolutamente insuficiente.  La individualización del problema supone que éste se acaba si “dejamos de consumir”, reforzando dos falacias que complican su comprensión: que el doméstico sea la forma más alta de consumo y que el consumo sea la única causal de escasez. Detrás, quedan ocultas la contaminación y urbanización, causas no solamente del desbalance hídrico, sino de la pérdida de ecosistemas y alteraciones climáticas que también componen la crisis del agua.

¿Qué sabemos realmente de ese entorno que queremos transformar? Hasta no conocer el territorio, en todas sus dimensiones, ninguna solución será efectiva. No podemos seguir naturalizando una falsa “escasez natural e histórica” en el semi desierto, durante siglos vergel paradisiaco, cuyas tierras aún hoy sostienen más y más campos de Golf. Lo que sí podemos y debemos es reconocer que la crisis actual es resultado de fallas profundas en un modelo de manejo de agua cuyas bases -increíble pero cierto- siguen dictando las proyecciones futuras. En ello indaga la micro serie documental Memorias del agua en Querétaro, exhibida en la sala Memoria Viva del museo.

¿Te animas a recorrer el primer museo autogestivo del agua en Querétaro?

💦 Contacto: bajotierramu@gmail.com

Visita el museo en: bajotierra.com.mx/recorrido

 

Originalmente publicado en: asterianoticias