Conflictos urbanos por el agua

Agosto 11, 2021

Por: Genaro G. G. | Vinculación académica – Bajo Tierra Museo

Cuando pensamos en conflictos por el agua en la ciudad, por lo general, la primera imagen que nos viene a la cabeza se dibuja por todos aquellos incidentes que dan “sabor” a la vida cotidiana de cualquier barrio, colonia o fraccionamiento. “Anécdotas” de encontronazos entre vecinos/as por la diferencia de percepciones y prácticas sobre el agua, sobre todo aquellas que se dan en los espacios públicos como calles, banquetas y áreas verdes comunes o particulares: los reclamos directos por lavar el automóvil a manguerazos; las notas dejadas por debajo de la puerta invitando a arreglar la fugas; las cartulinas pegadas sobre las entradas de los condominios incitando a la ciudadanía condominal a ponerse al corriente en los pagos; los reclamos abiertos en asambleas de colonos/as exhibiendo todas esas prácticas incómodas de derroche de agua del vecino.

Estas “fotografías” urbanas que sutilmente configuran y dan sentido a la vida cotidiana en la ciudad, por ser tan inmediatas y anecdóticas, se convierten en nuestro principal referente para hablar de conflictos por el agua en la ciudad. Sin embargo, una lectura más fina de los paisajes hídricos en la ciudad nos puede permitir comprender que los conflictos operan desde diferentes escalas e intencionalidades y a través de diversos actores involucrados que poco tienen que ver con la pugna vecinal que escudriñamos sutilmente desde la ventana.

De esa forma, los habitantes de la ciudad normalizamos que las crisis y los conflictos se deben a una “mala cultura del agua” y son responsabilidad única de nosotros/as mismos/as. El trabajo de investigación, sin embargo, arroja y fortalece cada vez más la hipótesis de que el problema del agua en la ciudad no es de escasez sino de acaparamiento y despojo. Y que, por tanto, los conflictos generados no se pueden resolver únicamente con un cambio de actitud o racionando nuestras formas de consumo doméstico, sino dando inteligibilidad a las relaciones de poder que determinan la dirección de los flujos, dirigiéndolos hacia espacios social y económicamente distintivos (fraccionamientos residenciales, complejos industriales, zonas comerciales y de servicios) y apartándolos de zonas menos atractivas para las inversiones (ejidos, comunidades y colonias populares).

Esto significa, examinar los conflictos no solo en sus expresiones “visibles” sino en sus conexiones “ocultas”.

En ese sentido, uno de los aprendizajes más significativos de los equipos de investigación aplicada detrás del primer museo del agua en Querétaro fue comprender de forma clara las formas en cómo opera el despojo. Hemos observado, en múltiples casos, que el acaparamiento/control del territorio comienza con la fragmentación funcional de la naturaleza en sus diferentes componentes, principalmente el agua, el suelo y la vegetación a partir de su privatización con sus consecuentes prácticas de domesticación y exterminio: canalización, erosión y remoción.

Visibilizar las formas de acaparamiento y domesticación del agua y los conflictos que estas prácticas generan nos permite contar la historia viva de la ciudad de hoy, la que se construye día a día. Lo que comenzó como un intento articulado de narrar la producción de nuestra ciudad a partir de la relación de dominación que ésta tiene con el agua, de pronto se convirtió en una necesidad urgente de ampliar el relato hacia otros aspectos que no habíamos tomado en cuenta con la suficiente atención pero que de una u otra forma, estaban todos relacionados con un tipo de metabolismo urbano cada vez más glotón y sediento, con un proyecto de ciudad cada vez más elitista y con un ensanchamiento de la brecha de desigualdad en una ciudad que se postula así misma como “moderna”.

Hoy los conflictos socioambientales en nuestra ciudad se avivan como el fuego de los incendios provocados para promover cambios de uso de suelo en áreas -de alto valor hidrológico- sujetas a conservación; las problemáticas crecen y se multiplican a la velocidad con que escurre la contaminación de presas, cauces y arroyos urbanos; el despojo se reproduce y extiende sigilosamente sobre laderas, peñas y cerros que definen y defienden la frontera urbana. Así, el conflicto vecinal, cotidiano, es resultado de las relaciones implicadas en un modelo de ciudad que se impone sin consulta. Es importante hablar de ello, investigar, documentar, dialogar, denunciar, articular e incidir, para transformar.

💦 Contacto: bajotierramu@gmail.com

Visita el museo en: bajotierra.com.mx/recorrido

 

Originalmente publicado en: asterianoticias